La sitcom de animación creada por Raphael Bob-Waksberg aborda los días en decadencia del ególatra actor Bojack Horseman, un caballo antropomorfo que ansía recuperar los días de gloria antes de que su nombre se diluya en el ácido corrosivo del olvido. Pero la tarea no le resulta fácil. A su poco humor y mucho egoísmo se le suma su cuestionable único éxito del pasado: Retozando. Una sitcom familiar lo suficientemente convencional como para garantizar el éxito comercial, y de cuya reputación hasta el mismo Bojack quiere distanciarse a medida que la serie avanza y su personaje se forja a fuego lento y a duros golpes.
Bajo esta trama general se suceden las puertas de salida de donde parten los demás personajes que, al igual que Bojack, procuran llegar a la meta de una identidad que les genere reconocimiento. No es casualidad que Diane, escritora intelectual infravalorada con quien el protagonista entabla la relación más fuerte del show, se apellide Nguyen, un patronímico estadísticamente común, que cubre el 40% de la población vietnamita, de donde provienen sus raíces. Ligada a tal identidad ordinaria, Diane intenta con todas sus fuerzas destacar sin renunciar a sus principios e ideales. Y muy contadas veces lo consigue.
Los personajes cuentan con historias de fondo que saltan a la luz por los resortes de estructuras narrativas que varían en ocasiones, pero cuyas mecánicas dejan fluir orgánicamente las emociones que despierta cada conflicto interno que es revelado al espectador. La serie se convierte en una carrera con obstáculos cuyas vallas son temas sensibles y delicados como la depresión, crisis de ansiedad, problemas de comunicación, drogadicción, sexualidad, entre otros, que los personajes superan sacando provecho máximo de los movimientos que les permiten el género, formato y tono adoptados. El humor es en todo momento respetuoso de los profundos dilemas humanos que plantea.
Bojack Horseman es el viaje a tranco lento de un antihéroe. Su recorrido tragicómico de seis temporadas, secundado por personajes que, al igual que él, pierden en las batallas del reconocimiento, pero que, al igual que él, consiguen alivio en la redención.
Escrito por Christian Gayoso