En la actualidad casi no se escriben cartas y cada vez se envían menos postales. Sin embargo, los niños son los únicos que todos los años mantienen la tradición y envían cartas en Navidad para pedir sus regalos. Klaus profundiza en la alegría, inocencia e ilusión de la infancia desde un punto de vista poco explorado. La visión principal la aporta un joven cartero que es desterrado a una isla por su padre millonario para que por fin madure y deje de vivir del cuento sin esfuerzo y sin ambición.
El protagonista cambia comodidad, lujo y egoísmo por frío, enfrentamientos, cariño y sentido. Encuentra un sentido a su existencia vacía, por fin se esfuerza y encuentra una ilusión.
Jesper, solitario en la gran ciudad, y Klaus, solitario entre montañas, se unen, se cuentan sus miedos, su dolor más profundo y crean un equipo, se convierten en amigos, pero de los de verdad, de los que están y saben que a veces apetece hablarlo todo, y otras no. También de los que se molestan, a veces se decepcionan, discuten y a pesar de todo, se vuelven a unir.
En definitiva, Klaus es una película dirigida a todos los públicos que profundiza en el amor de la familia, la importancia del cariño en la infancia y la generosidad por parte de los adultos hacia los niños.